Una de las cosas que más me gustan de Extremadura es la gran cantidad de pequeños secretos que esconde. Uno de ellos es la antigua fortaleza de Magacela. Si no conoces mucho de Extremadura, probablemente no sepas ni por dónde comenzar a situar el castillo de esta diminuta localidad de 500 habitantes. Pues bien, al sureste de la provincia de Badajoz (la de abajo), se halla la comarca de la Serena, una enorme llanura que se expande desde las Vegas Altas hasta la provincia de Córdoba. Esta llanura se encuentra salpicada por algunas sierras y colinas, siendo una de ellas la de Magacela. Pocos pueblecitos y castillos ofrecen las vistas que Magecela sobre un área tan extensa llena de colores y matices tan intensos. Pero antes de nada, deja que el historiador Fer Díaz (mejor amigo y mejor historiador de la zona) te cuente un poco sobre el origen del castillo y la villa de Magacela.
En este post encontrarás:
Aproximación histórica a Magacela y su castillo
Los primeros vestigios de poblamiento en el área de Magacela se remontan varios milenios en el tiempo. Pinturas rupestres, un crómlech (que no dolmen) y una estela de la Edad de Bronce así lo atestiguan: vale que en aquellas épocas la gente no tendría Wikipedia, pero tampoco era tonta, de ahí el asentamiento en un cerro fácil de defender y bien comunicado con rutas terrestres y fluviales.

Se ha querido identificar esta primera fundación prerromana de Magacela con los enclaves de Astyla o la Arsa de los túrdulos, pero no dejan de ser meras suposiciones. Lo que sí es cierto es que los romanos, como en otras tantas ocasiones, se limitaron a reutilizar y mejorar lo ya existente, reforzando el primitivo castro. Para muchos, Magacela sería la Contosolia romana -una mansio o, para entendernos, un área de servicio de las buenas, donde ves muchos camiones-, incluida en el camino entre Mérida y Córdoba.
A principios del siglo VIII llegaron los musulmanes a la comarca de la Serena y, literalmente, la rodearon de castillos, siendo el de Magacela (o Umm Gazala, como solían llamarla) uno de los más importantes. Aparte de quedar bonitos y recortar en silueta, los castillos se encargaban de dominar el territorio y defenderlo, además de controlar caminos y cañadas ganaderas, la principal riqueza de esta zona. De esa época también data el peculiar y encantador aspecto del pueblo, con casitas blancas y calles estrechas que trepan por el monte.
Dado lo cuqui del lugar y del resto de la comarca, la orden militar de Alcántara se empeñó en proceder a su reconquista con el permiso de Fernando III. En la década de 1230 caen fortalezas como Magacela, Mojáfar, Zalamea, Benquerencia o la cercana Medellín, que se unen a otras ya tomadas como Capilla o Puebla de Alcocer. Los frailes alcantarinos se hicieron cargo de casi todas ellas y fundaron un priorato en Magacela, lo cual equivalía (para entendernos) a hacerla capital de la Serena.
Y si era tan importante Magacela, ¿por qué ahora es sólo un pueblecito de quinientos habitantes? Irónicamente, el punto fuerte de Magacela se convirtió en su talón de Aquiles. El alejamiento de la frontera y los conflictos territoriales con otras jurisdicciones cristianas desplazaron el peso político desde Magacela a Villanueva de la Serena (¡viva nuestro pueblo!) a partir del siglo XIV. Esta progresiva decadencia, junto con la incorporación de las órdenes militares a la corona, congeló a Magacela en el tiempo durante la Edad Moderna, lo cual nos ha permitido disfrutar de su belleza en la actualidad.
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Cómo llegar al castillo de Magacela

Puedes acceder hasta la localidad de Magacela por autobús desde Villanueva de la Serena, Don Benito, Zalamea o La Haba. Pero la mejor y más cómoda opción es en coche, sobre todo para continuar nuestra ruta por otros lugares interesantes de la comarca. Desde Villanueva de la Serena debes tomar la carretera autonómica EX-347 hasta La Haba y desde Don Benito la EX-346 también hasta esta localidad de nombre mal escrito (ortográficamente hablando). De aquí se toma la ruta BA-084 por la cual llegarás tras 6 kilómetros a nuestro destino. La última parte de la carretera es por las que gusta conducir: el paisaje comienza a darnos ya un aperitivo de las magníficas vistas desde lo más alto.
Una vez llegues al pueblo, y justo a la entrada del mismo, te encontrarás un indicador hacia la derecha que sigue una pista asfaltada. Aquí viene la posible confusión. Justo al girar a la derecha debes girar a la izquierda para tomar otra pista sin asfaltar (en realidad, se trata de una calle: la calle Pósito Viejo). Este es el camino que te llevará hasta el punto más cercano dónde puedes estacionar tu coche. Si continúas por la pista asfaltada llegarás al pueblo por el sureste, circunvalando la colina y, si te adentras demasiado con tu vehículo, te las verás y desearás para sacarlo. Te lo digo por experiencia. Las calles se tornan verdaderamente estrechas y llega un punto en el que no podrás avanzar con un coche de tamaño medio. Un Opel Astra, por ejemplo.
Un recorrido por las ruinas de la fortaleza

El castillo de Magacela no destaca por su estado de conservación. Pero es precisamente esta cualidad, lo que le confiere algo mágico a todo el entorno. Desde donde hemos dejado el coche, subiendo por un caminito empedrado, entraremos al recinto por una pequeña puerta en rocodo que da acceso a la llanura superior de la colina. Lo primero que nos recibe es una pequeña torre a nuestra derecha, a la que el acceso está restringido ya que no se encuentra acondicionado. No parece muy seguro acceder a ella por lo que tampoco te aconsejaría que te aventuraras a subir. Este primer espacio abierto es donde la población del lugar tenía sus casas, es decir, lo que era en sí la villa de Magacela.
Avanzando un poquito por esta misma extensión, nos encontramos ante dos construcciones algo extrañas dentro del castillo. A la derecha se encuentra el antiguo cementerio y a la izquierda, como fantasmagórica, se levanta la iglesia de Santa Ana, de estilo mudéjar y abandonada no hace tanto tras un incendio que la dio por clausurada.

Es aquí donde entramos al meollo de la fortaleza. Hay varios senderos por lo que puedes dar rienda a tu imaginación tanto como quieras: subir, bajar, a la izquierda, derecha. Tú como en tu casa. Es este castillo uno de mis primeros lugares a los que recuerdo viajar de forma «turística» y si te acercas, espero que te imagines a un pequeño mapache danzando de un lado para otro más feliz que una perdiz.

Un pequeño sendero nos lleva al segundo recinto. A la derecha nos recibe una torre almohade, circular y algo discreta, y a la izquierda, algunos restos de murallas. En este área se encuentran también dos aljibes, uno cristiano y otro anterior, parece ser que árabe. Es en este lugar donde debemos parar a contemplar a través del mirador de la Serena, de reciente instalación, toda la comarca homónima dentro de un original marco. El afán de dejar constancia de nuestros nombres en la arquitectura también le ha pasado factura a este mirador.

Pasamos finalmente al núcleo del castillo. El origen de la fortaleza de Umm Gazala. El lugar donde los medievales pobladores decidieron defender su territorio. Este pequeño recinto -el menor de los tres- es el que reúne los principales restos arqueológicos, entre los que incluyen la cocina, otro aljibe y una antigua capilla. La joya de la corona es no obstante, la torre del Homenaje, que cuenta con una original planta. En su parte inferior es nonagonal, pero la superior es octogonal, es decir, que pierde uno de sus lados en su ascensión hasta las alturas. En ella se ha colocado otra de las señales que advierten de peligro y que indican que la torre es off-limits. Pero si le echas algo de coraje (y si no tienes vértigo), puedes subir sin mucho problema. Eso sí, ten cuidado. Tras la subida, viene la recompensa. Las vistas desde cualquier lugar son buenas, pero desde aquí son espectaculares. Si el día acompaña puedes observar no solo toda la comarca, sino también las sierras de Orellana, de Castuera, las estribaciones de Sierra Morena y si tienes la vista fina hasta las Villuercas. Es un lugar para disfrutar de la paz y de exclamar ¡qué bonita es Extremadura!
Continúa tu visita por Extremadura…
Magacela puede ser un buen punto dentro de tu ruta por Extremadura. Si estás planeando un viaje por la región, consulta estos otros artículos para inspirarte:
-De ruta turística por Villanueva de la Serena
-Qué ver en una escapada de 2 días a Extremadura
Agradecimientos
A Fer Díaz, por esa pedazo de introducción histórica que me ha hecho (Echadle de paso un vistazo all blog donde escribe: Aquí fue Troya).
Comments
Totalmente de acuerdo, siempre digo que Extremadura es una gran desconocida y guarda muchos lugares secretos por descubrir, ¡como este castillo que nos muestras! Y que hasta ahora no sabía de él, una visita muy interesante y que me apunto porque por esa zona no he estado y me encantan los castillos.
Un abrazo 🙂
Voy a pasar una semanita en Extremadura en junio y la verdad me he centrado en buscar info en la zona del Valle del Jerte. Pero leyendo elpost entran ganas de ir a conocer también la zona de la Serena. Además a mí como a Patri tb me encantan los castillos. Me lo apunto!!!
Extremadura, ésa gran desconocida para nosotros. Siempre postergamos visitar esta Comunidad porque, como está relativamente cerca de Málaga, pensamos «ya iremos más adelante».
Buena pista la estrechez de las calles. Nosotros tenemos un coche pequeñito, pero alguna vez ya nos hemos encontrado en la típica situación en que no sabes si es mejor ir para delante o para atrás, jejeje. 😉
También nos ha hecho mucha gracia tu aclaración sobre «la provincia de Badajoz (la de abajo)» 😉
Saludos!
Gracias por vuestro comentario! Sí, lo de la provincia es lo típico de «¿esa es la de arriba o la de abajo?» Un abrazo!