Macrodiscotecas, playas sobrevaloradas y mucho guiri color gamba: es -por desgracia- la primera imagen que de la península del Yucatán nos viene a la mente si nos imaginamos el turismo reinante en la zona. Estampa que, a decir verdad, poco refleja el verdadero encanto de una de las zonas más ricas en hallazgos arqueológicos que podemos encontrar en toda América.
Epicentro de la cultura maya precolombina, los primeros europeos que pisaron estas tierras debieron quedarse atónitos ante aquellas impresionantes construcciones que había levantado en las llanuras y selvas yucatecas la civilización que habían encontrado y a la que se disponían a someter.
Más allá del paquete organizado a la Riviera maya, el sureste de México bien merece un buen viaje para conocer la historia de la nación más poblada de Hispanoamérica. Un viaje en el que podremos reflexionar, no solo sobre nuestra historia en común, sino también sobre las lecciones del pasado que estas fastuosas construcciones nos pueden enseñar hoy en día.
Vamos a recorrer los tres principales recintos arqueológicos yucatecos. Los tres complementarios entre sí y cada uno con un principal atractivo que hace que sean imprescindibles para conocer a fondo la cultura precolombina americana.
¿Preparados?
Chichén Itzá: la maravilla del mundo
En 2007, el proyecto New 7 Wonders eligió en una votación mundial al complejo arqueológico de Chichén Itzá como una de las maravillas del mundo moderno. Sin entrar a valorar aquella elección, es innegable que el recinto impresiona nada más llegar.
Situado a dos horas en coche de Cancún, Chichén acoge el principal icono turístico de México: el templo de Kukulkán, la gran pirámide que fascina a los cuartomileniaristas y a la cual relacionan con las pirámides de Egipto. Locuras aparte, la gran pirámide se levanta 24 metros sobre la explanada principal de Chichén Itzá y situarse a sus pies da una idea de lo que los mayas podían imaginar por eternidad. Una lástima que no esté permitido ascender por su gran escalinata para poder viajar en el tiempo y sentirse como un sacerdote precolombino.
Dejando la gran pirámide a un lado, Chichén cuenta con otros grandes edificios característicos de la arquitectura maya como el Caracol y el enigmático Juego de la Pelota, además de multitud de detalles que harán que tu vena Indiana Jones salte sin poder evitarlo. Vena que se hinchará hasta decir basta al llegar al gigantesco cenote.
A pesar de que Yucatán tiene un clima húmedo y lluvioso, en la península no existe río alguno. El agua caída se filtra hasta el subsuelo creando ríos subterráneos. Esta red hídrica asoma en puntos concretos formando cenotes. Los mayas veneraban estos lagos ya que creían que se trataban de verdaderas puertas al inframundo. No es de extrañar que muchos templos precolombinos se sitúen cerca de estas formaciones. Chichén Itzá no es la excepción. Su gran cenote sagrado, con un diámetro de 60 metros, es de los más grandes de la península y su profundidad da una idea de lo que podían pensar aquellos pueblos de esos misteriosos pozos de agua.
Dzibilchaltún: el misterio de las muñecas
Lejos de las hordas de turistas europeos y norteamericanos que recorren sin pena ni gloria las explanadas de Chichén, encontramos las ruinas de Dzibilchaltún. Situada a las afueras de la ciudad de Mérida, capital del estado de Yucatán, esta antigua ciudad maya se organiza en torno a caminos rectos llamados sacbés que conectan las distintas estructuras. La más importante es el templo de las Siete Muñecas. El nombre le viene dado por siete misteriosas estatuillas encontradas en su interior cuando un grupo de arqueólogos decidió excavar en su interior. Los expertos no se ponen de acuerdo en su significado: ¿dioses, ofrendas o simples juguetes? Otro de los misterios que envuelve al templo llega cada equinoccio cuando el sol atraviesa el edificio a través de sus puertas mostrando el gran conocimiento que los mayas tenían de astronomía, entre otros campos.
Menos misterioso y de un carácter más mundano es el cenote Xlakáh o Xlacah. A diferencia del pozo de Chichén Itzá, el lago que emerge en Dzibilchaltún se encuentra a ras de suelo por lo que los locales aprovechan esta ventaja y lo utilizan a modo de piscina natural. Un buen remedio para escapar de los calores mesoamericanos.
Para terminar la visita, Dzibilchaltún cuenta también con un pequeño museo del Pueblo Maya en el que poder admirar objetos de esta civilización a lo largo de los siglos así como piezas de la conquista española de estos territorios. Muestra de esta última, el recinto alberga también una pequeña capilla franciscana que los españoles levantaron en la zona durante el siglo XVI.
Uxmal: la ciudad perdida
Cuando los españoles se toparon con las ruinas de Uxmal hacía tiempo que había sido abandonada. En medio de la selva yucateca, y a algo más de una hora en coche desde Mérida en dirección sur, este magnífico yacimiento compite en magnificencia con Chichén Itzá. Para algunos, la supera.
La construcción más llamativa de Uxmal es la pirámide del Adivino. De nombre más fantasioso que otra cosa, este grandioso templo cuenta con una altura de 35 metros, superando en once metros a su hermana de Chichén. Llama la atención, sobre todo, su estructura de base ovalada y formas contundentes que le confieren un aspecto único dentro del estilo arquitectónico maya.
La pirámide del Adivino -no obstante- no es la única construcción piramidal del complejo: otros dos edificios: la Gran Pirámide y la pirámide de la Vieja comparten protagonismo con la principal joya de Uxmal. Y, dejando a las pirámides aparte, otra buena serie de edificios muestran la importancia de lo que debió ser una de las principales ciudades del Imperio maya.
Siguiendo los sacbés por los que nos encontraremos simpáticas y pacientes iguanas, llegaremos a la impresionante plaza de las Monjas. También llamado cuadrángulo de las Monjas, este enorme recinto cuenta con paredes y frisos de una rica y profusa decoración. Los edificios que se esconden tras estas paredes en torno al patio principal fueron los que hicieron creer a nuestros antepasados españoles que se trataba de un convento o casa de monjas. Y de ahí su nombre.
La casa de las Palomas, la casa de las Tortugas y su propio Juego de la Pelota -entre otros- completan este magnífico y enigmático recinto que, según creen los expertos, albergó entre 20.000 y 40.000 almas pero que, sin saber muy bien las causas, fue abandonado allá por el siglo XI. Quizá el exquisito palacio del Gobernador, sede de los líderes de la ciudad, esconda entre sus paredes el misterio de las verdaderas razones que llevaron a los habitantes de Uxmal a abandonar su magnífica capital.
Comments
hace años que visité Yucatán y solamente tuve la oportunidad de visitar la famosa zona arqueológica de Chichén Itzá, me gustaría volver a realizar tours a Mérida y conocer esos rinconcitos que tanto comentas 🙂
Saludos!